La agricultura ecológica en España y Europa vive un momento crucial que combina crecimiento sostenido y exigencias cada vez mayores. Este artículo explora la dimensión real del sector, sus dinámicas de mercado, así como los riesgos y oportunidades que marcan el ritmo de su desarrollo.
Con más de 3 millones de hectáreas certificadas en 2025, la superficie ecológica representa el 9,5% de la superficie agrícola utilizada. España se sitúa como el sexto país del mundo y segundo de Europa en extensión de cultivo bajo estándares ecológicos. El impulso del sector se refleja en un aumento de la superficie del 19,2% entre 2020 y 2023.
Los cultivos leñosos y de frutas lideran este avance, con incrementos del 62,6% y 54,5% respectivamente, mientras el viñedo y el olivar crecen un 29,9% y 27,8%.
En 2025, el consumo interno de productos ecológicos superó los 3.000 millones de euros, recuperando impulso tras la pandemia. La industria agroalimentaria ecológica ha crecido un 24% en los últimos cinco años, con un 86% de actividad en el ámbito vegetal y un 14% en el animal.
Existen 68.448 actividades empresariales registradas, de las cuales el 66% mantiene exportaciones y el 29% logró aumentarlas en 2025. Además, un 50% de las empresas incrementó sus ventas, el 30% mantuvo sus cifras y solo el 20% las redujo.
El empleo y la inversión también presentan cifras positivas: el 30% de las compañías amplió plantilla y un 30% aumentó el volumen de inversión, mientras el 63% lo mantiene estable.
El escenario es propicio para quienes sepan aprovechar las siguientes palancas estratégicas:
Estos factores ofrecen un terreno fértil para la expansión de empresas que inviertan en calidad, diferenciación y responsabilidad social.
Los desafíos del sector requieren una gestión proactiva para convertirlos en ventajas sostenibles:
El 64% de los fabricantes prevé crecimientos al cierre de 2025, mientras el 29% anticipa estabilidad y solo un 7% espera recortes. Este optimismo se sustenta en la consolidación de las cadenas de suministro y en el creciente apetito de los mercados internacionales.
La estabilidad registrada tras la pandemia pone de relieve la resiliencia del sector, que combina tradición agrícola con vocación exportadora y de innovación. Las inversiones en tecnología y marketing ecológico siguen al alza, apuntaladas por fondos comunitarios.
De cara al futuro, se espera que el sector evolucione hacia una economía circular y bajas emisiones, reforzando su papel en la lucha contra el cambio climático y en la revitalización rural.
El marco normativo evoluciona rápidamente, con hitos como la Ley 7/2021 de Cambio Climático y el Reglamento UE sobre ecodiseño y reciclabilidad. Estos instrumentos obligan a los productores a medir su huella de carbono, minimizar residuos y maximizar la eficiencia de recursos.
La adhesión a sistemas de responsabilidad ampliada del productor y los estándares CSRD/ESRS implica un enfoque riguroso de la transparencia. Implementar auditorías periódicas y planes de mejora continua refuerza la confianza de clientes y stakeholders.
En un contexto de urgencia climática y cambios en los hábitos de consumo, el sector ecológico ofrece una doble vía de beneficios: contribuir al bienestar del planeta y captar un mercado en expansión. Adoptar un enfoque estratégico que combine innovación, cumplimiento normativo y ventaja competitiva en sostenibilidad es clave para transformar riesgos en oportunidades.
La clave está en la colaboración público-privada, el uso inteligente de fondos europeos y la apuesta por la digitalización. Con visión y compromiso, las empresas ecológicas pueden liderar una revolución agrícola que impulse la economía y preserve el medio ambiente para las próximas generaciones.
Referencias